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EDUCAR A LOS JÓVENES EN LA JUSTICIA Y EN LA PAZ.


1. Éste ha sido el título del mensaje del Santo Padre con ocasión de la última jornada mundial de la paz celebrada el primer día del año. Son tres dimensiones fundamentales en la vida personal y social que adquieren especial relevancia en las circunstancias actuales por las que atraviesa nuestra sociedad. La tarea de la educación es un aspecto esencial del que depende tanto nuestro presente como el futuro. Educar, del latín “educere”, quiere decir hacer extraer, conducir hacia fuera lo mejor de cada uno. Siendo una tarea principal en la infancia y juventud, es un proceso que debe acompañarnos a lo largo de toda nuestra vida. Educar es una tarea absolutamente necesaria y apasionante, pero al mismo tiempo extremadamente delicada y no exenta de dificultades que pueden conducirnos a sucumbir a la tentación de la frustración y del desánimo.

 
2. Durante estos días, los centros educativos han abierto el periodo de preinscripción de los alumnos en los cursos y enseñanzas correspondientes. Quisiera recordar a las familias cristianas la importancia de inscribir a sus hijos e hijas en la asignatura de religión. Una auténtica educación significa introducir a la persona en la totalidad de la realidad, de ahí la necesidad de que abarque todas las dimensiones de la persona. A este respecto, la dimensión trascendente y religiosa no puede ser abandonada ni excluida del ámbito educativo. La enseñanza de la religión educa al niño y al joven en una dimensión que le es profundamente connatural, pues el ser humano no sólo es ser racional y social, sino también constitutivamente religioso y trascendente. Sustraer esta dimensión constituye una visión chata y reductiva de la educación. La educación religiosa contribuye a encontrar una respuesta adecuada a las preguntas más profundas de nuestra vida y el sentido último de nuestra existencia: de dónde vengo, cuál es el sentido de la vida, qué me cabe esperar, qué significa amar, por qué necesito perdonar, cuál es el sentido de la enfermedad, qué significa la muerte, cómo construir una sociedad justa y solidaria, enraizada en la verdad y el bien común, que sea acorde a los anhelos profundos del corazón humano.

 
3. Además, la enseñanza de la religión, tanto en la escuela pública como en la concertada, es un derecho reconocido en nuestro ordenamiento jurídico. Desgraciadamente la enseñanza religiosa se ve sometida a presiones de diverso tipo y desde diversas instancias con el fin de excluirla del ámbito educativo público o disuadiendo a los padres de apuntar a sus hijos e hijas dicha asignatura, utilizando argumentos muy poco solventes, muchas veces de marcado carácter ideológico, pero, ante todo, lesionando la libertad de las familias a ejercer un derecho fundamental que les asiste. Las diversas administraciones y los mismos centros educativos tienen el deber de velar para que la legalidad sea respetada y favorecer ante todo la libertad de los padres y madres de elegir la educación conforme a sus convicciones. La enseñanza religiosa favorece enormemente el crecimiento personal y contribuye decisivamente a la edificación de una sociedad y un mundo enraizados en la verdad y el bien, el respeto mutuo y la tolerancia, la solidaridad y la gratuidad, la justicia y la paz, en la ayuda a los más necesitados y en la protección y tutela de los débiles. Su contribución es altamente positiva para la humanización de un mundo que se siente tantas veces tentado por el afán de tener, del dominio y del poder.

 
4. El Santo Padre, en su mensaje de la jornada mundial de la paz, hacía referencia a la educación de los jóvenes en la justicia y en la paz. Estos dos aspectos son de especial relevancia en nuestra situación actual. Con respecto a la justicia, cuando la crisis ha conducido a tantas personas y familias a una situación profundamente angustiosa, cuando tanta injusticia y desigualdad siguen hiriendo la dignidad humana, poner a la persona (que siempre es un fin y un bien en sí misma, imagen y semejanza de Dios, con la dignidad de la filiación divina que se refleja en todo rostro humano) en el centro de toda actividad social, política, económica y financiera, nos sitúa en la perspectiva adecuada desde la que podemos vislumbrar las claves últimas que nos ayuden a la conversión personal y a la corrección de sistemas y estructuras causantes de desigualdades e injusticias.

 
5. Del mismo modo, en el ámbito de la paz y la reconciliación en que nuestra Iglesia diocesana ha trabajado incansablemente y que en los últimos tiempos necesita un nuevo impulso en virtud de la nueva situación en que nos encontramos, la educación para la paz y la reconciliación se presentan como un elemento fundamental para edificar una sociedad reconciliada que, a pesar de la pluralidad de sensibilidades y pensamientos, pueda mirar al futuro en la esperanza de una convivencia basada en el respeto mutuo y la consecución del bien común. La tarea es ardua y larga, pero, al mismo tiempo, ineludible e ilusionante. Que el Señor nos ayude a ser mensajeros y constructores de una humanidad nueva, haciendo presente, entre todos, con su gracia, el Reino que Dios vino a traer a nuestra tierra y ha puesto en nuestras manos. Con afecto.

 
+ Mario Iceta Gabicagogeascoa
Obispo de Bilbao
 
 
 
UNIDAD PASTORAL CASCO VIEJO

Hace 12 años, el Sr. Obispo D. Ricardo Blázquez me nombró Moderador del Equipo Presbiteral del Casco Viejo, formado por las parroquias de Santiago (Catedral), San Antón, Santos Juanes y San Nicolás de Bari. En el primer encuentro que tuve con los Consejos Pastorales de las cuatro parroquias mencionadas, se expresaba el deseo de caminar juntas hacia una unidad y coordinación lo más plenas posibles.
Todavía no existía ningún proyecto de Unidades Pastorales, pero poco después se inició en toda la Diócesis la llamada Remodelación Pastoral, que iba por esa línea.

Los trabajos realizados en nuestras comunidades, el esfuerzo y el empeño de todos los sacerdotes, religiosas, y seglares, ha hecho posible que hoy seamos una auténtica Unidad Eclesial donde, desarrollando una misma tarea pastoral, vivimos la fe de forma fraterna en cada una de nuestras iglesias, con un sentir auténticamente comunitario.
Hoy se nos reconoce esta labor, y el domingo de Pentecostés, nuestro Obispo D. Mario nos dará el decreto de erección de la nueva UNIDAD PASTORAL DEL CASCO VIEJO-BILBAO.
FELICIDADES A TODOS. ZORIONAK GUZTIOI.
EL CABILDO CATEDRAL



El pasado 26 de febrero, el Cabildo Catedral de Bilbao celebraba elecciones para designar nuevo Deán-Presidente, eligiéndome a mí para esta tarea. El 8 de marzo el Sr. Obispo mediante un Decreto confirmaba la elección y así me convertía en el VI. Deán del Cabildo Catedral de Bilbao.


Hace casi 60 años se constituía el primer capítulo de canónigos con el nombramiento del primer Deán, el Siervo de Dios D. José Pío Gurruchaga, fundador de las Auxiliares Parroquiales de Cristo Sacerdote, que sirven en nuestra S.I. Catedral y en muchas otras de toda España.


La primera desiganción de aquel entonces, correspondía al Jefe del Estado, quien lo proponía al Papa dentro de una terna. Desde entonces han cambiado las maneras de elección y designación, pero en todas ellas se mantiene el sentido de la misión que a esta figura se le encomienda.




El Cabildo Catedral, es una de las instituciones, si no la más, más antigua de la Iglesia. Su momento fundacional no consta, pero sí existen escritos donde los primeros sucesores de los Apóstoles, los Obispos que estaban al frente de las comunidades cristianas, celebraban la eucaristía en las casas de los fieles, acompañados por sus presbíteros y diáconos que les asistían.


Es decir, las primeras eucaristías no eran celebradas por los presbíteros, sino por los Apóstoles y sus sucesores, los Obispos. A éstos les asistía, tanto en la celebración eucarística como en los demás sacramentos, los presbíteros y diáconos existentes.
Fue mucho más tarde, cuando las comunidades crecieron lo suficiente y comenzaros a construirse iglesias, cuando los presbíteros empezaron a celebrar en solitario los sacramentos, salvo los reservados al Obispo, confirmación y órden sacerdotal.


La primeras escuelas que existieron, además de las monacales, eran las escuelas episcopales. lugares donde se formaba a los niños y futuros sacerdotes, dejando el Obispo esta labor a la figura del Maestrescuela (una de las dignidades del Cabildo).


En las ausencias del Obispo de su sede, dejaba a un sacerdote al frente de ella como delegado suyo, el Deán que era la primera dignidad del cabildo.


Los primeros escritos y normativas de cabildos datan del siglo IX, aunque existen múltiples referencias anteriores. En el caso de España, por ejemplo hay claros relatos sobre la participación de canónigos en los concilios de Toledo.


Lo más relevante de este Colegio de sacerdotes es su servicio y entrega a la Catedral. Su dedicación como responsables del culto y la oración, del mantenimeinto y cuidado de su riqueza cultural, la formación educativa y musical, la dedicación para hacer del primer templo diocesano un lugar de encuentro y referencia para la vida de toda la Iglesia local, han constituído siempre el fundamento de su labor y encomienda.

Hoy endía existen en nuestras diócesis departamentos que extienden esta tarea por toda la extensión del territorio diocesano, pero no es incompatible con el valor del Cabildo, que aunque mermado en sus fuerzas y gentes, sigue trabajando por cuidar del patrimonio pastoral y cultural que hemos heredado. Además sigue siendo misión del Cabildo, por Derecho y sus Estatutos, realzar la vida litúrgica (santificar), atender la acción pastoral (enseñar) y aconsejar al Obsipo en las cuestiones que éste le solicite (gobernar). En definite seguir colaborando con él en su misión evangelizadora.



LOS CONSEJOS DEL OBISPO



Hoy vuelvo a ponerme ante el teclado para hablar de los Consejos que recientemente ha cosntituido nuestro Obispo D. Mario, el Consejo Presbiteral, y el Colegio de Consultores, en ambos estoy yo representando en el primero al Cabildo Catedral, y por designación directa en el segundo.


Como su nombre ya nos indica, ambos son órganos de consejo para el hacer pastoral del Obispo. No son grupos de poder, ni meros comparsas. La Iglesia en su misión evangelizadora cuenta con la colaboración activa y leal de todos los fieles, y en especial con la colegialidad en la comunión de sus ministros.

El Concilio Vaticano II ya establecía cómo para el buen hacer del Pastor en su Iglesia Particular, le era muy necesaria la colaboración de sus sacerdotes y religiosos, servidores entregados por su vocación al servicio del Pueblo de Dios, para llevar adelante su misión de santificar, enseñar y gobernar a la porción de la grey que el Señor le había encomendado.


Para ello le apremiaba a constituir un "Senado o Consejo" de presbíteros, que representara a la totalidad de su presbiterio, de manera que acogiendo su consejo y sugerencias, pudiera ejercer mejor su labor pastoral.


El Consejo del Presbiterio recientemente creado, lo formamos unos 35 presbíteros y religiosos, unos cuantos como miembros natos (Vicarios, Deán del Cabildo, Rector del Seminario, Delegados de Misiones y del Clero), otros por elección de entre los sacerdotes y religiosos, y otros 6 por libre designación del Obispo. Nuestra misión, desde la comunión y fraternidad presbiteral, es la de colaborar con D. Mario en la acción pastoral para toda nuestra Diócesis, siendo en todo momento conscientes de nuestra responsabilidad.


El Colegio de Consultores tiene la misión de asesorar al Obispo en algunos temas, especialmente de índole económica, y de asumir la responsabilidad del Gobierno diocesano cuando la Sede queda vacante, nombrando a un Administrador Diocesano (si la Santa Sede no nombra a su Adminstrador Apostólico).


Pronto el Obispo va a constituir el Consejo de Pastoral Diocesano, en el que están representados religiosos, sacerdotes y laicos de toda la diócesis y áreas pastorales, de manera que la corresponsabilidad se extienda a toda la familia diocesana.


Que cada uno desde nuestra encomienda particular podamos contribuir de forma fiel y servicial al bien apostólico de todos, y de manera especial entre los más alejados; de este modo cumpliremos el mandato del Señor Jesucristo "Id y haced discípulos a todas las gentes..."