miércoles, 7 de marzo de 2012

EL NULO VALOR DE LA VIDA



VIVIR O NO VIVIR, cuestión de tiempo y utilidad.

La última aberración contra la vida humana, la acabo de leer en un artículo publicado hoy viernes 2 de marzo, por el diario La Razón, en su sección de Sociedad, y bajo el Apartado de CIENCIA. Paradojas de la vida, se titula “¿Quién puede MATAR a un niño?”.
Sólo el hecho de su posibilidad debería estremecernos. Los autores de un estudio publicado por la revista Journal of Medical Ethics, y cuyos autores son los profesores Alberto Giublini y Francesca Minerva, trazan una línea clara para otorgar el derecho a la vida. no ya a un feto, sino a un recién nacido. ellos distinguen entre “personas potenciales” (fetos y recién nacidos), y “personas reales” (padres, familia, sociedad).

Debo confesar que jamás había leído semejante barbaridad, carente de todo fundamento ético ni seriedad científica.
Según estos autores, y sustentando su argumentación en los supuestos legales por los cuales se permite el aborto, este “derecho” a acabar con la vida de un recién nacido, se mantendría, si una vez venido al mundo la criatura aquellas causas que permitían el aborto se mantienen.

Es decir, si una madre que podría abortar por una malformación en el feto, o por la mera ansiedad que le produce, en ese momento no o hace, y da a luz a su hijo, lo podría matar después si esos “desajustes” a su situación personal o económica perduran.

Y en el fondo no le falta razón al estudio, ya que si nosotros hemos decidido qué vida es viable y cual puede no serlo, quienes tienen derecho a vivir y quienes pueden ser eliminados sin ningún pudor, el momento de dicho “exterminio” es secundario. Los plazos del aborto se pueden ampliar de las 4 semanas a las 14, o 24, o por qué no 37. Y puestos, a llamarlo de algún modo, más acertado, el aborto se puede aplicar hasta la semana 36, y pasada esta siempre se puede llamar eutanasia (la cual en Holanda, ya es legal).

Cuando el hombre pierde el norte y pervierte su razón todo es posible, sólo hace falta tiempo y la locura del legislador para darle carta de ciudadanía. Así puestos, la pregunta del artículo del citado diario está clara; cualquiera puede matar a un niño. Ahora bien, amarlo, cuidarlo y respetarlo, precisamente en su debilidad y precariedad, es lo que nos ha diferenciado de otras especies que sólo matan a sus crías enfermas por razones de supervivencia. Si lo que el hombre científico (por medio de estudios como los de estos lamentables pensadores) está reivindicando es llevar a la humanidad a estadios pre-humanos, para semejante viaje no necesitaban las alforjas de la evolución y civilización. Simplemente nos podíamos haber quedado en la puerta de la cueva viendo pasar el tiempo como una alimaña más.

Un detalle de ese artículo me llena de esperanza. Y es que según cuenta, la Sra. Minerva ha recibido amenazas de muerte por el estudio publicado, y ahora se ha dado cuenta de que también ella es vulnerable. O qué se creía, que por tener ciertos años de vida, ¿por eso está a salvo?, nada de eso, según su argumento, si su existencia es causa de algún malestar grave para las “personas reales”, puede ser eliminada, da igual que tenga unos pocos días de vida o unos cuantos miles. Porque no es persona real la que existe, sino a la que se deja reinar, y esto es harina de otro costal.

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