jueves, 21 de junio de 2018

SAN JUAN BAUTISTA - SOLEMNIDAD



SOLEMNIDAD DE S. JUAN BAUTISTA

24-6-18



         Hoy es un día grande en la Iglesia, y en especial lo es para nuestra Unidad Pastoral que se siente unida a la alegría de celebrar a uno de nuestros santos Patronos, San Juan Bautista, titular junto a S. Juan Apóstol y Evangelista, titulares de la parroquia de los Santos Juanes. Solamente hay tres fiestas en el año que nos recuerden con solemnidad el nacimiento de alguien importante para nuestra vida de fe. La natividad del Señor, la de María y esta de Juan el Bautista. Cuando la comunidad cristiana destaca con esta relevancia a alguien distinto de Jesús y de María es porque su presencia en la historia de la salvación también ha sido fundamental.

         De Juan dirá Jesús, que no ha habido hombre nacido de mujer mayor que él. Juan será el puente entre dos mundos, el del antiguo testamento y el nuevo inaugurado por Jesús. Juan será quien movido por el Espíritu Santo señale al “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” e invite a sus seguidores a hacerse ahora discípulos del Señor.

         Juan también tendrá que asumir los costes de la fidelidad a la verdad y al amor de Dios. Su denuncia de la injusticia y de la opresión con la que los poderosos someten a los pobres y excluidos de la sociedad, le conducirán a la muerte, y su martirio servirá para que muchos encuentren en Jesús el camino, la verdad y la vida.

         También nosotros somos llamados a descubrir nuestra vocación en medio de la vida. Como nos enseña el profeta Isaías, antes de formarnos en el vientre materno Dios nos llama a la vida en plenitud desde su seguimiento. Dios está detrás de cada acontecimiento que marca positivamente la vida de las personas. El don de la fe que hemos recibido se convierte en tarea personal y comunitaria. Todos hemos de descubrir cuál es nuestra misión y como Juan “preparar el camino del Señor”, para que en medio de nuestro mundo, hogar, trabajo, familia y amigos, seamos profetas del Altísimo.

El profeta no es alguien que sólo transmite calamidades y amenazas. El profeta no es un ave de mal agüero. El profeta es ante todo un sembrador de esperanza que va preparando el terreno para que la semilla del Reino pueda germinar, crecer y desarrollarse superando adversidades y confiando siempre en la Palabra de vida dada por Dios.

         Nuestro mundo actual sigue necesitando voces que lleven la esperanza a los demás. Hombres y mujeres que se rebelen contra la injusticia y la denuncien; que no sucumban ante las seducciones de las riquezas y los honores del poder.

         Denunciar hoy situaciones que atentan contra los derechos de las personas aunque éstas vengan de lejos y tengan otra raza y cultura, supone enfrentarse a leyes injustas que deciden quienes son personas con derechos y quiénes han de ser considerados ilegales.

         Queridos hermanos, el tirano del presente no está disfrazado de persona regia (como Herodes), sino que viene oculto tras actitudes colectivas y personales que fomentan la exclusión, se aferran a la intolerancia y generan cada vez mayores bolsas de marginación y miseria. El “Herodes” de hoy encarnado en el poder omnipresente de multinacionales también corta las cabezas de aquellos que luchan por la dignidad del ser humano sin diferenciar razas, ni culturas, ni credos. Cada vez que alguien eleva su voz para denunciar la injusticia, renace el espíritu de S. Juan; cada vez que una persona defiende los derechos de los inmigrantes, de los marginados, de los pobres, de las mujeres maltratadas, de los colectivos humanos que padecen cualquier situación contraria a su dignidad, renace la vida del Profeta de Dios.

         Con Juan terminaron los profetas de la Antigua Alianza, pero comenzaron los precursores de esta etapa final de la historia. Nosotros somos herederos de esta tarea y es bueno que en este día en el que destacamos la vida de este hombre, pidamos al Señor que su Espíritu nos ayude a vivir con su misma vitalidad y entrega.

         Todavía son necesarios los profetas, hombres y mujeres que sigan señalando con su ejemplo y testimonio el camino que conduce hacia una auténtica humanidad. Los gestos de solidaridad que vamos haciendo, la denuncia de la injusticia que realizamos aún a costa de nuestro propio prestigio y aceptación, son signos de que el Señor sigue pasando a nuestro lado.

         Hoy sigue siendo necesario que los cristianos alcemos nuestra voz contra la cultura de la desigualdad y de la muerte. Señalando los espacios donde la vida débil e inocente se ve amenaza, bien por el egoísmo destructor, o por ideologías que descartan al débil.

         Disponer adecuadamente el camino al Señor es tarea de todos los discípulos de Cristo, para que Jesús pueda acercarse con su misericordia sanadora a tantas personas necesitadas de un sentido nuevo en sus vidas, que les lleve a vivirlas con resp0onsabilidad y plenitud.

         Que esta fiesta que nos recuerda el nacimiento de S. Juan, nos ayude a todos a compartir su ejemplo de tal modo que podamos con nuestra vida preparar el camino al Señor y señalarlo vivo y presente en medio de nuestro mundo.

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